Incorporar a más mujeres a trabajos relacionados con tecnología implica hacer frente a retos como los roles de género tradicionales, la desigualdad salarial y el bajo porcentaje de alumnas en carreras relacionadas con el sector.
Andrew Morrison, jefe de la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cree que la industria puede impactar positivamente los ingresos de las mujeres, romper círculos de pobreza y ayudar a cerrar brechas.
La tecnología es vista como una esperanza para lograr la igualdad laboral entre hombres y mujeres. ¿Usted qué opina?
La tecnología, la ciencia, la ingeniería y las matemáticas (Stem, por su sigla en inglés) son áreas fundamentales para el empoderamiento económico de las mujeres. Aunque ellas representan el 60 por ciento de los egresados en las universidades en América Latina, apenas son el 30 por ciento de los estudiantes en carreras Stem. Tenemos que pensar seriamente en política pública para incentivar el ingreso de mujeres en las ocupaciones del futuro.
La tecnología puede ser un arma de doble filo, pues requiere de mucha preparación académica y crea el riesgo de que la apropiación tecnológica termine dejando atrás a un segmento de la población, generalmente los más excluidos. En materia de política pública, cuando buscamos preparar a la población para la revolución tecnológica hay que asegurarse de que no se rezagan las personas en zonas rurales, indígenas o mujeres de escasos recursos.
¿Cómo ve la posibilidad de que a 2020 el 65 por ciento de los trabajos en países en desarrollo desaparezcan por la inteligencia artificial?
Con todos los cambios tecnológicos a lo largo de la historia, hemos visto que han generado, no destruido, empleo. El punto clave está en entender que eso no sucede por sí solo, sino que requiere de política pública inteligente para que un amplio porcentaje de la población sea capaz de trabajar junto con la inteligencia artificial.
¿Qué sería una política pública inteligente? ¿Cómo se crea?
Creo que en cuanto a política pública hay varios elementos: uno es la provisión de información; otro, utilizar la ciencia de conducta para dar ‘empujones’ de comportamiento y otro es hacer accesible la capacitación en tecnología, en áreas tecnológicas.
También, aprovechar los servicios de intermediación que tienen los Estados, donde las personas se acercan y manifiestan sus deseos de estudiar para incluir procesos de orientación que abran las mentes para considerar nuevas opciones.
¿Cómo acercar a la juventud no conectada?
No hay otra forma para lograrlo si no es a través del currículum educativo. En Colombia, la mayoría de chicos están escolarizados. Hay que llegar a ellos en la educación primaria, en la secundaria.
Fuente: El Tiempo.com