La cesta de la compra se sigue encareciendo para el consumidor estadounidense. Los precios subieron una décima en junio en Estados Unidos y eleva la tasa de inflación anual al 2,9%. Es un nivel que no se veía desde febrero de 2012. Cuando se excluyen los componentes volátiles del indicador, como la energía y los alimentos, la subyacente queda en el 2,3% pero es la más alta desde en casi diez años.
La evolución de los precios es la constatación de que la economía de EE UU atraviesa por su mejor momento desde la Gran Recesión. El incremento es significativo si se tiene en cuenta que hace un año la tasa de inflación rondaba el 1,6% por estas fechas y que hace tres años la situación era prácticamente deflacionista. El dato mensual de junio es una décima más moderado de lo esperado.
Pero el indicador mete más presión a la Reserva Federal. No se espera que el banco central de EE UU vaya a tocar los tipos de interés en su próxima reunión a comienzos de agosto. Sí para la que está prevista en septiembre y posiblemente en diciembre. Jerome Powell, su presidente, considera que la retirada de estímulos debe progresar de una manera gradual para evitar que se recaliente la economía.
La inflación no es una fuente de preocupación para Powell. Su argumento es que este repunte en los precios se debe principalmente a factores transitorios vinculados al encarecimiento del precio petróleo. La última proyección publicada por la Fed anticipa que se estabilizará pronto y que de ahí volverá a bajar para colocarse cerca de la marcha de referencia del 2%. Sino, tendrá que ser más agresivo.
En la víspera de publicarse el dato, el precio del barril de petróleo en EE UU cayó un 5% entre otros motivos por el temor a que una guerra comercial lastre el crecimiento global. El dólar, entretanto, sigue apreciándose. El bono del Tesoro a 10 años, el mejor referente en este momento para medir los ánimos en el mercado, se está moviendo por debajo del 2,9% frente al 3,1% hace un mes.
Fuente: El País.es/Sandro Pozzi