Segundo día y segundo éxito. Cuatro jóvenes más del grupo de trece miembros de un equipo de fútbol atrapados en la cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia reposan a salvo en un hospital tras el fin de la segunda misión de rescate. Ya son ocho, con los cuatro del domingo, los evacuados. Más de la mitad. Este martes, ya con el plan perfectamente engrasado, con la tranquilidad y la experiencia de haberlo logrado ya dos veces, se intentará la tercera salida.
En la segunda misión participaban los mismos 18 buzos cinco tailandeses, trece de otras nacionalidades— que habían sacado sin incidentes a los cuatro primeros el lunes. Tras un descanso de catorce horas, las necesarias para depositar nuevas bombonas de aire de repuesto a lo largo del camino, la segunda misión se iniciaba a las 11.00 horas
“Hemos salvado a cuatro chicos más”, todos en buen estado de salud, decía eufórico el coordinador de los trabajos, Narongsak Osottanakorn. La misión fue aún más rápida que en el primer día, cuando concluyó dos horas antes de lo previsto. Esta vez, solo fueron necesarias nueve horas. Tras el domingo, los participantes en la operación habían revisado qué había funcionado y qué se debía corregir. Como resultado, y con la práctica, esta vez el desarrollo fue “más fluido”, agregaba otro de los mandos de la operación, el comandante adjunto Chalongchai Yai Kham, en una rueda de prensa.
Ha ayudado también el tiempo: El domingo hubo abundantes chubascos, lo que obligó a los equipos de apoyo a intentar taponar los huecos por los que se filtraba la lluvia para evitar que subieran los niveles de agua dentro de la cueva. Este lunes, pese a los pronósticos de nuevas tormentas, brilló el sol a lo largo de todo el día.
En sus pilares básicos, el plan continúa siendo el mismo: cada niño va acompañado de dos buzos expertos, uno que le guía por delante y le lleva la botella de oxígeno, y otro detrás por si surgen problemas. Unas cuerdas guía van marcando el camino. Buzos de apoyo se encuentran situados en puntos clave y ayudan en los últimos tramos, cuando puede pesar más el cansancio.
El plan probablemente se ajuste aún más en su tercera prueba, este martes, una vez hayan transcurrido de nuevo las horas necesarias —entre diez y veinte— para reponer las botellas de aire y descansar. “Espero que mañana haya buenas noticias”, apuntaba otro de los mandos. Ninguno de ellos, no obstante, quiso confirmar si este día se intentará el rescate de los cinco jóvenes restantes o si la operación continuará al menos hasta el miércoles.
“Depende del plan… Hemos diseñado el plan para cuatro, así que si quieren sacar a cinco habrá que cambiar el plan”, apuntó Narongsak.
El primer ministro tailandés, el general Prayut Chan-Ocha, jefe de la junta militar que gobierna el país desde el golpe de Estado de 2014, acudió en la tarde a la cueva a supervisar los trabajos y dar su sello personal de aprobación a una operación de rescate que mantiene en vilo a toda Tailandia y al resto del mundo .
“Ha comentado que espera que se haya aprendido una lección… que esto no debe de volver a suceder en suelo tailandés”. Aunque los niños habían visitado en otras ocasiones la cueva, durante el monzón —de mayo a octubre— las lluvias la inundan y está prohibida la entrada.
Ninguno de los rescatados ha sido identificado públicamente, por respeto a las familias de los que aún permanecen atrapados en la cueva un día más. Los que ya se encuentran a salvo en el hospital provincial de la ciudad de Chiang Rai, tras haber sido evacuados en helicóptero o ambulancia, han quedado en cuarentena. Tras más de dos semanas en la cueva, sus sistemas inmunológicos se encuentran muy debilitados y los médicos temen que el contacto con otros seres humanos pueda contagiarles alguna enfermedad.
Ni siquiera sus padres han podido verles más que a través de un cristal, aunque según ha declarado Narongsak, los médicos se plantean la posibilidad de que los familiares puedan entrar ya en la habitación de los primeros evacuados.
Los niños y su entrenador habían desaparecido el 23 de junio, después de participar en un entrenamiento de su club de fútbol, los Moo Ba o Jabalíes Salvajes. Sin avisar a nadie más, decidieron ir en bicicleta a la cueva, una atracción turística local que les encantaba explorar. Una fuerte tormenta desencadenó una inundación que anegó la gruta y les bloqueó la salida. Dos días después, los equipos de búsqueda encontraron sus bicicletas aún atadas a los raíles de entrada de la caverna. No se les encontró hasta el día 2 de julio, cuando dos submarinistas británicos les localizaron, hambrientos y demacrados pero vivos, 400 metros más allá del punto del túnel donde se esperaba encontrarlos
Fuente: El País.es