iami se ha convertido en un laberinto burocrático para David Beckham. Cuatro años después de anunciar a bombo y platillo que tendría en esta ciudad un equipo de fútbol de la Major League Soccer, su proyecto –si bien cuenta ya con la aprobación de la liga para su franquicia– acaba de topar con el enésimo obstáculo técnico. Los comisionados municipales han decidido que se realice en noviembre un referéndum para decidir si se negocia con Beckham la venta de un terreno público, sin sacarlo a concurso, para que se construya el estadio del futuro club.
El exfutbolista del Manchester United y del Real Madrid, reconvertido a sus 43 años en un empresario con una red de negocios junto a su esposa Victoria que se estima en más de 400 millones de dólares, tiene entre ceja y ceja el proyecto de Miami. El fútbol es un deporte cada vez más practicado y seguido en Estados Unidos –casi a la par del baloncesto entre la audiencia de entre 18 y 34 años, según datos de Gallup– y Beckham está convencido de que la combinación de su nombre con el potencial de la ciudad de Florida, con dos tercios de población latina y cerca de 16 millones de turistas al año, haría del equipo un bombazo comercial global.
Tan tenaz y entregado en las labores de hacer dinero como en su día sobre el terreno de juego, Beckham sigue insistiendo en llevar adelante su sueño americano pero no esconde el desgaste. La semana pasada viajó a Miami para reunirse con los comisionados locales con intención de engrasar los permisos y después de la cita dijo en un acto con vecinos: "Hace mucho tiempo que entraba a un lugar sin que la gente me sonriera. No es agradable".
Aunque después de esta frase, entre amarga y chistosa, añadió con optimismo: "Yo no crecí aquí, pero [Miami] se está convirtiendo en mi casa y sé que acabará siendo mi casa".
Fuente: El País.es/Pablo de Llano