La derrota con Croacia era inexorable y los hinchas argentinos hicieron saber su descontento con el entrenador de la selección, Jorge Sampaoli, a quien insultaron haciéndolo responsable por la pobre actuación del equipo y la falta de respuestas dentro de la cancha, más allá de que todavía las chances matemáticas de clasificación a los octavos de final existen.
Ya no hay lugar para las posturas elegantes. La pelota se va apenas afuera y
Jorge Sampaoli
mete la puntita de su pie derecho para evitar que Sime Vrsaljko la patee más lejos. El defensor croata se indigna y empieza a señalarlo con la mano derecha, mientras se aleja. Sampaoli le contesta ya a la distancia, mientras el juego sigue.
En la acción siguiente el señor del banco tirará el saco a un costado y los tatuajes de sus brazos quedarán a la vista.
El escenario no puede ser peor: la selección es puro nervio y pierde por 1-0, un resultado que deja la clasificación a octavos de final en manos de otros. Pero sí, la cosa empeora cuando Luka Modric recorta hacia la derecha y mete la pelota contra el palo izquierdo del, a esa altura de la noche, entregado arquero argentino. ¿Y ahora qué?
Ni el debut en el
Mundial
de Dybala, recién ingresado, ni el mejor del mundo ni nada cambiará esta noche negra. Negrísima.
El 3-0 final encontrará a Sampaoli sentado al fin, sin fuerzas ni ánimos para hacer ni un comentario más. Ya levantó los brazos pidiendo una reacción, ya vio como una botella plástica le pasaba cerca, lanzada por un hincha argentino con la camiseta 10. Tal vez escuche que desde una de las tribunas improvisan un cantito insultándolo. O no, pero qué importa: no necesita más para sentir que la debacle acecha. Y que los que vienen serán días pesados, invivibles, pero incluso mejores que los que pueden sobrevenir a un adiós prematuro del Mundial. Se para rápido cuando el árbitro acaba con este suplicio y el estadio se lo traga.Fuente:
La Nación/El País