Activistas y defensores mantienen la esperanza de que ICE detenga la expulsión de esta hispana
Alejandra Juárez llegó a los Estados Unidos hace más de 20 años. Aquí se casó con un ciudadano estadounidense. Aquí tuvo a sus dos hijas, de 16 y 8 años. Este es el país que ella conoce como su hogar, pero donde la actual administración no la quiere.
La originaria de México tiene fecha de deportación el 21 de junio y, de serlo, difícilmente volverá a EEUU para estar con su familia.
Alejandra contó que su esposo votó por el presidente Donald Trump, pero ahora ella vive el drama de miles de inmigrantes que antes no eran objetivo en redadas: la amenaza de la deportación.
“Cuando salí de México, tenía más o menos la edad de mi hija mayor, y eso fue hace 20 años. Justo cuando llegué aquí me sentí segura. Sabía que estaba viviendo ahora en un país donde si trabajas duro serás capaz de lograr tus sueños”, contó. “Fue realmente difícil. Era un adolescente y no tenía a nadie aquí, así que tuve que trabajar a tiempo completo y luego ir a la escuela a tiempo completo”.
En aquella época fue detenida por “La Migra”, era una adolescente, así que firmó un documento -sin saberlo- para renunciar a que buscaría la ciudadanía en un futuro. Prácticamente sería indocumentada toda su vida. Ahora, con las nuevas políticas de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), no importa que ella no sea una criminal, “no tener papeles” es suficiente para echarla del país.
En una estimación, hasta 12,000 familias militares anteriores y actuales tienen un cónyuge u otro pariente sujeto a deportación, dijo el representante Anthony Brown, demócrata por Maryland, quien se encuentra entre el grupo de legisladores que luchan por mantener a Alejandra en EEUU.
“No tiene sentido y es peligroso cuando les pedimos a hombres y mujeres que se pongan el uniforme para servir a nuestro país y proteger y defender a nuestro país cuando en casa no los estamos protegiendo y defendiendo”, dijo Brown, publicó stripes.com.
Alejandra y su esposo se esforzaron para ahorrar y construir su casa. “Somos una familia muy cercana. Siempre intentamos acercarnos a las personas que lo necesitan. Nos encanta ir a la iglesia porque somos voluntarios en la despensa de alimentos y vemos a otras personas que lo necesitan y podemos hacer algo pequeño para ayudarlos”, contó.
La hijas de Alejandra son ciudadanas estadounidenses.
Activistas, amigos y legisladores buscan detener la deportación de Alejandra y armaron una campaña en redes sociales e internet: “Llama a ICE” se pide en la página fwd.us.