El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, han iniciado su histórica cumbre en Singapur. La primera que protagonizan los líderes de estos dos países tras casi siete décadas de confrontaciones y veinticinco años de negociaciones fallidas a causa del programa nuclear norcoreano.
Los dos mandatarios han iniciado la reunión frente a frente. Solo acompañados por sus respectivos intérpretes. Sin tiempo determinado. Aún es pronto para vaticinar el resultado de esta cumbre, pero las primeras declaraciones de ambos líderes abren la puerta a la esperanza:” Vamos a tener una gran conversación y creo que un éxito tremendo”, aseguró Trump ya sentado a la izquierda de Kim al comienzo de su reunión de 45 minutos a solas. La réplica del líder norcoreano hizo referencia a las piedras en el camino de esta cumbre:
"No ha sido fácil llegar hasta aquí. Las viejas malas prácticas y los prejuicios han tapado nuestros ojos y oídos y han obstaculizado nuestro camino, pero hemos logrado superar todo eso para llegar hasta aquí”, comentó Kim en coreano.
Sobre la mesa tienen como tema principal el proceso de desnuclearización de Corea del Norte, aunque también está previsto que aborden la posible firma de acuerdo de paz que ponga fin, oficialmente, a la guerra de Corea (1950-53), que acabó con la vida de entre 2,5 y 3,5 millones de personas y concluyó con un alto el fuego. Un asunto que las autoridades norcoreanas consideran primordial, así como la normalización de las relaciones diplomáticas.
El resultado de la reunión se presenta incierto, dado que ambas delegaciones mantienen una desconfianza mutua histórica que les lleva a tener unas posturas aún alejadas entre sí en lo que se refiere al propio concepto de desnuclearización, así como el método y el calendario de este proceso. Estados Unidos exige una desnuclearización completa, verificable e irreversible. Corea del Norte, en cambio, quiere un proceso gradual, acompañado de un levantamiento progresivo de las sanciones económicas. Una demanda que Washington rechaza de plano, aunque se ha comprometido a garantizar la demanda de seguridad para la permanencia del régimen que reclama Pyongyang.
Ante estas diferencias, la atención sobre el resultado de la reunión recae en si Trump y Kim serán capaces e impulsar un avance significativo y sostenible sobre el proceso de desnuclearización norcoreano, más allá de la mera retórica. Un resultado que será escrutado con lupa por Japón y Corea del Sur, preocupados por el desmantelamiento del arsenal nuclear del régimen de Pyongyang, pero también por China y Rusia, con cuyas fronteras limita Corea del Norte. Todos son conscientes de la importancia del resultado de este encuentro para la seguridad y la estabilidad de la región.
Fuente: La Vanguardia