Muda. Así se mantuvo, según fuentes de la investigación, Ana Julia Quezada cuando la Guardia Civil la llevó este lunes a los escenarios de Níjar (Almería) donde presuntamente asesinó al pequeño Gabriel Cruz, de ocho años, y ocultó su cuerpo. La autopsia reveló que el niño fue estrangulado el día de su desaparición, el 27 de febrero. Ella, dominicana de 43 años y pareja del padre de Gabriel, fue detenida el domingo cuando llevaba el cadáver del menor en el maletero de su coche para cambiarlo de sitio y evitar que lo encontraran los agentes. En 1996 una hija suya de cuatro años murió en Burgos en extrañas circunstancias.
Ana Julia Quezada pasó este lunes su primer día en un calabozo de la comandancia de la Guardia Civil de Almería acusada de la muerte del pequeño Gabriel Cruz y a la espera de que se le tome declaración un juez. Los investigadores de la Guardia Civil tienen un margen de 72 horas antes de ponerla a disposición judicial.
Pese a haber sido sorprendida in fraganti el domingo por la mañana con el cadáver del pequeño en el maletero de su coche dispuesta a cambiarlo de sitio para evitar que fuese encontrado, Ana Julia se mostró este lunes completamente hermética.
Frente a su mutismo, la autopsia del cuerpo del niño arrojó información sobre el terrible suceso. Según el informe preliminar realizado en el Instituto Anatómico Forense de Almería, Gabriel murió estrangulado el día que desapareció. Su pequeño cuerpo, de apenas 24 kilos, presentaba señales en el cuello y se encontraba “manchado de tierra”, según fuentes de la investigación.
La detenida no abrió la boca en los registros a los que fue acompañada por los investigadores para reconstruir lo ocurrido. De la mano de los agentes de la Policía Judicial de Almería, de los de la Unidad Central Operativa (UCO) y de los de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo llegados de Madrid, recorrió los escenarios relacionados con el horrible crimen.
Primero la casa, el pozo y el depósito de agua de la finca de Rodalquilar, a cuatro kilómetros de la casa de la abuela paterna en Las Hortichuelas, donde desapareció el pequeño. La finca, de la familia del padre del chiquillo, Ángel Cruz, era el lugar elegido por la pareja para instalarse próximamente, cuando terminasen de arreglar la vivienda. Por ese motivo ella tenía las llaves.
La amplia finca fue inspeccionada por los familiares, “varias veces, con la idea de que el niño pudiese estar allí, vivo”. Tanto la casa como los pozos. Pero no encontraron nada, lo que lleva a pensar a los investigadores que lo pudo mover varias veces. La propiedad privada iba a ser rastreada por los agentes, que progresivamente centraron sus sospechas en Ana Julia. De hecho, le hicieron saber de manera indirecta que iban a acudir al lugar. Y que tenían los registros de unas cámaras de un hotel de Las Negras —a tres kilómetros de donde se le perdió la pista al pequeño— en los que supuestamente se la podía ver a ella. Todo ello hizo que se pusiera nerviosa y precipitara su actuación, tal y como esperaban los investigadores.
A falta de que declare, los agentes sospechan que la detenida intentó alejarles de ese punto colocando una camiseta del niño en la zona de la depuradora de Las Negras, donde ella dijo luego haberla encontrado, a los cuatro días de la desaparición del pequeño. Del mismo modo que insistía a los familiares en dar una recompensa de miles de euros, pese a que la Guardia Civil aconsejaba lo contrario porque las llamadas en ese sentido podían interferir, desviar y retrasar la investigación.
En los días previos al fatal desenlace, los padres de Gabriel actuaron como cómplices de los agentes de la Guardia Civil, evitando levantar sospechas que escamaran a la que ya era sospechosa número uno del caso. “Yo, aunque no podía decir nada para no interferir en la investigación y poner en riesgo la vida de mi pequeño, intentaba ablandarla con mis palabras”, reconoció la madre, Patricia Ramírez, en una entrevista radiofónica en Onda Cero.
Los registros también se llevaron a cabo en Puebla de Vícar, donde vivían Ana Julia y el padre del niño, Ángel Cruz. Fue el lugar donde la detuvieron al medio día del domingo, cuando iba a acceder al garaje de la vivienda. En ese momento incluso trató de exculparse: “Yo he cogido el coche esta mañana”, gritó. Aunque acto seguido,según relataron testigos, dijo: “Lo siento, te quiero”. Pasaron cerca de dos horas en la casa que compartía con Ángel Cruz en esa población, a más de 70 kilómetros de Rodalquilar, Las Hortichuelas y Las Negras, la zona que ella mejor conocía y adonde llegó hace cinco años junto a su anterior pareja. Ambos regentaron un pub en Las Negras.
La declaración de Ana Julia es clave para despejar las dudas sobre lo ocurrido: cómo, cuando, dónde y por qué mató al pequeño Gabriel. La hipótesis que gana peso según avanza la investigación es que el móvil sería emocional, por los celos y el estorbo que suponía para su vida con Ángel el pequeño Gabriel.
Fuente: El País.es
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