La Corte Suprema de Estados Unidos otorgó a un condenado a muerte en Georgia cuya ejecución se aplazó el año pasado otra oportunidad de demostrar que su pena de muerte fue dictada por el racismo de un jurado.
Los jueces votaron 6-3 el lunes para ordenar a la corte federal de apelaciones en Atlanta tomar el caso de Keith Leroy Tharpe. Años después de que Tharpe fue condenado por el asesinato de su cuñada Jacquelin Freeman, hace 27 años, un jurado usó insultos raciales para referirse a él.
El juez Clarence Thomas dijo que la opinión de la corte era “un manuscrito ceremonial”, en una disidencia que predijo que Tharpe finalmente perdería su apelación. Los jueces Samuel Alito y Neil Gorsuch coincidieron con Thomas.
La apelación parte de entrevistas que el equipo legal de Tharpe tuvo en 1998 con Barney Gattie, un jurado blanco. Gattie usó libremente epítetos racistas y dijo que su estudio de la Biblia le hizo cuestionar si “la gente negra siquiera tiene alma”, de acuerdo con documentos de la corte. Gattie firmó una declaración jurada, aunque después declaró que votó a favor de sentenciar a Tharpe a muerte debido a la evidencia en su contra.
En opinión de la mayoría, la corte dijo que Gattie _quien ya murió_ nunca se retractó de su “notable declaración jurada” y esta proporciona pruebas sólidas de que “la raza de Tharpe afectó el voto de Gattie para un veredicto de muerte”.