Por: Elizabeth Ostos /Para El Economista.es
Cuando faltan pocos
días para la que se efectúen las elecciones presidenciales en Venezuela, se da
por descontada la relección de Nicolás Maduro, en unos cuestionados comicios
que son rechazados por una buena parte de la oposición local y por la comunidad
internacional.
Con los principales
partidos políticos antagonistas a la revolución proscritos, líderes
encarcelados e inhabilitados y un árbitro electoral acusado de obsecuente con
el gobierno, entre otros puntos, estas elecciones se harán fuera de la fecha
establecida en la Constitución. En el papel debían ser en diciembre de este año
pero una decisión de la también controvertida asamblea nacional constituyente
acortó el lapso siete meses.
Una coalición
regional liderada por Estados Unidos y por 14 países integrantes del grupo de
Lima ha anunciado más sanciones a Caracas, en un intento de aislar más al
gobierno de Maduro quien ha denunciado una “campaña imperialista norteamericana
y sus lacayos” contra Venezuela.
En el ámbito político
y económico nacional se espera que luego de las elecciones de 20 de mayo se
oficializará un embargo a las exportaciones de crudo venezolano a los Estados
Unidos, su principal comprador. Analistas de mercado han estimado de entre 300
y 500 mil barriles de barriles diarios se colocan en empresas americanas y un
bloqueo de este tipo de operaciones golpeará aún más al maltrecho flujo de caja
del gobierno bolivariano.
En coherencia con
esta acción, el jueves en la noche voceros de Conoco Phillips anunciaron el embargo
los activos de Petróleos de Venezuela en el Caribe, en demanda de pago de
deudas por dos mil millones de dólares de compensación por la nacionalización
de proyectos de la empresa en esta nación sudamericana, en 2007.
Embargo en puertas
Cálculos de la organización de países exportadores de
petróleo- Opep- estiman que la producción de crudo de Venezuela está en algo
más de 1,4 millones de barriles de crudo por día. El mercado interno demanda
380 mil barriles y el resto 1,1 millones es exportado. El principal cliente de
Caracas es Estados Unidos, seguido de China e India.
“Esto indica que un eventual embargo de Estados Unidos
a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) afectará muy duro a las cuentas de la
República; este escenario no es el deseable”, dijo a El Economista Ramón Key,
coordinador del centro de energía del Iesa, una casa de estudios basada en
Caracas.
Revela este que “no cabe duda de que el mercado va a
reaccionar si esos barriles (de Pdvsa) no pueden ser colocados”.
Este economista insiste en que “no desearía que el
embargo a la factura petrolera se materializara; es una fuente de recursos que
se cortaría a un país en crisis que depende mucho de importaciones de alimentos
y medicinas e incluso se afectaría el pago de su deuda”
En relación con el anuncio de las autoridades de Pdvsa
sobre un eventual aumento de producción de crudo a 2,5 millones y la
diversificación de los mercados de exportación, Ramón Key advierte que “estos son
asuntos que no se pueden decretar. Entre 2006 y 2016 Venezuela dejó de producir
un millón de barriles por múltiples motivos. Para poder elevarla el gobierno
debe, primero, pagar los 20 mil millones de dólares que adeuda a los
proveedores; entiendo que en la actualidad no hay dinero para hacer estos pagos
y segundo atraer a la inversión privada”.
Finalmente, dijo que Pdvsa requeriría a menos una
inyección de capitales por el orden de 15 mil millones de dólares al año para
poder aumentar su producción, “son cálculos conservadores y la estatal
venezolana no está en capacidad de hacer ese esfuerzo de inversión”.
Para Carlos Mendoza Potellá, economista e integrante
de la junta directiva del Banco Central de Venezuela, el gobierno de los
Estados Unidos “está haciendo una enorme presión desde hace tiempo a empresas
de capitales americanos para que cesen sus operaciones en el país. Esto ha
surtido efecto pues las corporaciones se están retirando de Venezuela.
Halliburton se fue hace un rato y esto ha impactado en la perforación de pozos
petroleros, lo cual es muy grave y hace mella en la producción”.
Añade que “en la industria petrolera nacional hay dos
cercos: uno de corrupción e incapacidad interna y el internacional, liderado
por EEUU”, señala a este diario al tiempo que afirma “desde el primer día de la
administración Trump comenzó a desarrollarse la agenda America first energy plan
que implica la colaboración de los amigos de Estados Unidos para aislar a los
enemigos Irán Venezuela y Rusia; es un plan en desarrollo”.
-¿Es factible que se
materialice un embargo directo a la factura petrolera Venezolana de parte de
empresas estadounidenses?
- No necesariamente sería un embargo directo. Son
varios niveles de acción y ya están activados el mercantil y el financiero que
responden a una agenda política activada desde la Casa Blanca. Estados Unidos
sigue siendo el principal destino de nuestras exportaciones aunque éstas han
bajado por decisiones que se han tomado en los últimos años que apuntan hacia
enviar petróleo a China e India.
Finalmente advierte que “si hay embargo, sería
terrible para el país. Venezuela está en la situación de alguien quien tiene un
reloj de lujo y se está muriendo de hambre y las peticiones de los mercados
mundiales es que se remate ese activo para saciar la necesidad del hambriento.
Esta es la batalla que se está dando en estos momentos”.