Cuando Ixchel Anaya quedó embarazada a los 22 años, poco sabía que con la llegada de su bebé también nacería una idea de negocio que se haría global.
Era 2009 y la joven estudiaba diseño de interiores cuando tuvo a su primer hijo.
Los pañales desechables causaron terribles erupciones al bebé, por lo que decidió probar pañales lavables reutilizables.
Vivía en la ciudad mexicana de Irapuato, a unos 300 kilómetros al noroeste de Ciudad de México.
Y aunque tenía un montón de opciones para comprar pañales reutilizables en internet, de sitios de Europa y EE.UU., estaba decepcionada de no poder encontrar ninguno bueno de fabricación casera.
Por ello decidió iniciar su propio diseño con la ayuda de su abuela.
Creó pañales de varios tamaños y telas hasta que llegó a un diseño que la dejó contenta.
Sus amigas que también tenían bebés quedaron asombradas con los diseños de Ixchel, así que la joven empezó a fabricar más y más para venderlos.
Al recordar eso, Ixchel dice que estaba encantada con su negocio que le daba dinero.
"Desde que era chica quería tener un negocio. Vendía todo lo que te puedas imaginar, vendía hasta los dulces de las piñatas", dice.
Ixchel pronto se dio cuenta del potencial de ventas que tenían los pañales caseros, por lo que junto con su esposo puso en marcha Ecopipo.
- El método de crianza que lleva a los bebés al baño desde los primeros días y evita el uso de pañales
El nombre es una combinación de "eco", por la palabra "ecológico", y "pipo", el nombre del oso de peluche que ha pasado de generación a generación en su familia.
Hoy la empresa goza de ventas anuales por US$1,3 millones y exporta a países de todo el mundo.
Costura delicada
En un lunes por la mañana en la fábrica de Ecopipo en Irapuato, Ixchel va por ahí hablando con algunos de sus 25 empleados.
Las costureras trabajan hábilmente con tejidos brillantes, mientras que una joven corta parches de velcro de color rosa.
Parece que todo marcha bien, pero Ixchel admite que hay un montón de obstáculos en el camino, comenzando con una lucha constante por entrenar bien a las costureras.
México tiene una gran industria textil, pero estos pequeños pañales de Ecopipo requieren un tipo de costura más delicado que el que muchas trabajadoras en el estado de Guanajuato dominan.
El padre de Ixchel tuvo que, literalmente, ir tocando de puerta en puerta en 2009 hasta que encontró a la señora "Yolis", María Yolanda Benítez.
Es una costurera que "hace que las cosas en mi cabeza sean una realidad", dice la empresaria.
Las empleadas que llegaron después fueron entrenadas lentamente hasta que fueron capaces de realizar el trabajo.
Fuente_ BBC Mundo