Por: Elizabeth Ostos
CARACAS.- La reforma monetaria que anunció el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pretende combatir la hiperinflación que sacude a esta nación suramericana desde finales del año 2017. Cálculos de fuentes independientes han estimado que este indicador osciló entre 2.600 y 2.800% hasta diciembre del año pasado. El plan del mandatario bolivariano implica la supresión de tres ceros a la moneda nacional; la integración al sistema financiero de la criptomoneda petro y el fortalecimiento de las monedas comunales. Todo ello como contraataque a supuestos planes de desestabilización al Gobierno venezolano impulsado por EEUU y sectores de la ultraderecha criolla.
La propuesta genera dudas entre economistas y analistas de mercado, como César Aristimuño, quien dijo a elEconomista que "ésta no es una reforma monetaria. Es un cambio en el cono monetario, muy a la forma del Gobierno bolivariano, más nada". Este experto asegura que la medida es consecuencia de la hiperinflación, y por lo que se ha anunciado, "no se avizora un plan cambiario, financiero o de aumento de la producción".
"Se supone que el cuatro de junio entra en vigencia el bolívar soberano; esta es una carrera contra el tiempo pues hay que sacar de circulación 15.500 millones de billetes del mercado y garantizar que las demandas de la economía estén cubiertas por el nuevo cono monetario", concluye.
Diferencias con Chávez
Aristimuño recuerda que justo hace diez años Venezuela impulsó una reforma monetaria cuando el extinto Hugo Chávez lanzó al mercado al bolívar fuerte. "Se hizo con mucho tiempo de antelación y estuvo acompañada de una campaña divulgativa para familiarizar a la población con los nuevos billetes".
Añade que, si bien la inflación era alta en aquel momento del 319%, en la Venezuela de 2018 este indicador oscila en el 85% mensual. Y si se mantiene la tendencia, se proyecta un cierre de año en 160.000%. En la reforma de 2008, el Estado invirtió 40 millones de dólares.
El entrevistado, que dirige la consultora Aristimuño, Herrera y Asociados, expresa que "la reforma del cono monetario podría costar entre 60 y 70 millones de dólares, pues la circulación de los nuevos billetes debe iniciarse en dos meses y medio. En el mundo hay pocas casas especializadas en producción de papel moneda y hay otros gobiernos que tienen necesidades de impresión. Existe el riesgo de que coexistan bolívares fuertes y los bolívares soberanos, lo cual sería un caos".
Necesario quitar ceros
Un consultor gerencial, Benjamín Tripier, explica a este periódico que la reforma "tiene sentido práctico", pues era necesario bajar la cantidad de ceros "para hacer más fluido el trabajo de las máquinas de cálculo y el trabajo de los bancos, por ejemplo". Esto es típico, a su juicio, de los procesos hiperinflacionarios, que colapsan los sistemas de pago.
También cree que la inflación no bajará con los cambios propuestos, ya que "no hay un plan de ajustes que sustente la emisión del bolívar soberano". Para la fecha de su puesta en circulación, esta moneda habrá perdido el 70% de su valor, lo cual confirma su transitoriedad. Por eso, la atención debe focalizarse en la criptodivisa petro, la cual se integrará al sistema como una moneda interna de libre convertibilidad, al igual que sucede en el sistema cubano que maneja dos medios de pago.
Por último, sostiene que las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos al Gobierno de Maduro "le pusieron un freno al petro como mecanismo internacional de pagos", y por eso quedará reducida al mercado interno,
"Es uno de los retos para el comercio y la banca venezolanos, adaptarse al esquema petro y trabajar en conjunto con el bolívar soberano", concluye Tripier.
Monedas comunales para uso diario
Además del petro, Maduro propone el fortalecimiento del sistema económico comunal como soporte a su agenda bolivariana, donde la prioridad es atacar la hiperinflación. Da por descontada su reelección el 20 de mayo, motivo por el que asegura que las reformas devolverán la prosperidad al venezolano. El de la emisión de las monedas comunales es el plan ideado para los sectores populares y es una respuesta a la guerra económica y las sanciones estadounidenses. Circulan en pueblos, caseríos y barrios con los nombres de lionza, guaiquerí, paria, tamunangue, elorza, zambo, zamorano, ticopero, momoy y el panal. Este último es de Caracas y sus defensores destacan que es el modelo de la nueva economía productiva.
Fuente: El Econimista.es