Generaciones de expertos no lograron descifrar este misterio. Entre las maravillas del Imperio Inca, que se extendió entre los siglos XV y XVI a lo largo de dos millones de kilómetros cuadrados en la costa occidental de América del Sur, existe un sistema de cuerdas y nudos llamado quipu, que se creía que se utilizaba únicamente para el censo y la contabilidad, y que nadie ha podido resolver hasta ahora.
Hay casi 1.000 ejemplares conservados de estas estructuras alrededor del mundo. Pese a los numerosos estudios a los que se ha sometido a estos instrumentos incas, apenas se sabía que eran usados para narrar historias sobre la realeza, reflejar canciones populares o registrar otro tipo de datos. Hay un consenso en que representa el lenguaje de esta civilización, pero nadie había podido descifrar el código de su escritura.
La piedra Rosetta de los Incas
El descubrimiento de Manny Medrano, un estudiante universitario que vive en Eliot House (Harvard), ha hecho que sea posible dar voz a Diego, un campesino que vivió en un pueblo remoto del Imperio Inca a finales del 1.600 y que existía como un simple número anónimo registrado en uno de estos sistemas de nudos. Gracias a Medrano, no solo se ha revelado la identidad del hombre y la situación de su pueblo sino también su forma de vida.
"Le está dando a los incas su propia voz", explica a 'Harvard Gazette' Gary Urton, presidente del Departamento de Antropología y profesor de Estudios Precolombinos de Dumbarton Oaks, quien apoyó a Medrano en su investigación. "Nunca pude entender los significados ocultos en estos dispositivos. Manny los descubrió centrándose en su color y en su posición (derecho e izquierdo). Este ha sido el único caso que hemos descubierto hasta ahora en el que coinciden uno o más (un total de seis) quipus con un registro del censo", añade.