A principios de octubre, una inmigrante hondureña suplicó ser deportada, en lugar de seguir como reclusa en el Centro de Detención West County, en el norte de California.
Ser deportada implicó perder su hogar en la ciudad de Fontana, así como ser separada de sus hijos.
No obstante, Dianny Patricia Menéndez prefirió ser expulsada de Estados Unidos, país que fue su hogar por 20 años. Las condiciones en el centro de detención se habían vuelto insoportables, explicó en entrevista con el diario San Francisco Chronicle.
De acuerdo con Menéndez, de 38 años, las celdas no cuentan con inodoros, y las mujeres detenidas son obligadas a esperar a que las autoridades las dejen salir al baño.
A veces, dijo Menéndez, las reclusas permanecen encerradas por hasta 23 horas. En su relato, ella describió el sonido de las demás reclusas gritando y golpeando contras las puertas.