Una mujer tiene que ir al veterinario para curar la enfermedad de su hijo. El niño tiene una infección en la piel y lleva tres meses en la lista de espera de una farmacia.
La madre, desesperada, sigue el consejo del dependiente que le dice que mejor vaya a una veterinaria, que el mismo antibiótico que le ponen a los perros podrá curar a su hijo.
La mujer desciende un escalón de su dignidad y lo hace, y su hijo se sana. La mujer es Luzmila (un nombre ficticio), una venezolana de 32 años, que llegó hace siete meses a la capital, y que ahora trabaja como cocinera en el cafetín de una universidad limeña.
Si hacemos zoom en la vida de cada uno de los venezolanos que ha arribado al país en los últimos tres años, encontraremos las raíces de este éxodo que ya desborda a toda América Latina, en especial a los países que limitan con Venezuela.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que son 2 millones 276 mil 633 los venezolanos que han dejado su tierra natalobligados por múltiples razones: El sueldo mínimo es de US$2 dólares mensuales; un tercio de la población vive con uno o dos alimentos al día; seis niños morían semanalmente el 2017 por inanición, según Cáritas Venezuela.
Y no sólo es la escasez, propiciada por el fracaso del gobierno de Maduro, lo que los hace huir. La inseguridad es otra razón para dejarlo todo: Venezuela es uno de los países sin conflicto bélico más violentos del mundo, y es el segundo con más homicidios del continente.
En cuanto al Perú, el Superintendente Nacional de Migraciones, Eduardo Sevilla, ha dado una cifra: se calcula que son 354 mil 421 los venezolanos que han arribado al país. Pero estos números no son estables, cambian a diario pues hoy, al terminar el día, por la frontera con Ecuador, habrán pasado 3 mil venezolanos más. Si este ritmo continúa, en diciembre próximo esta población llegará al millón de inmigrantes, según el director general de Comunidades Peruanas en el Exterior, César Bustamante.
“Hay una sensación de invasión respecto a los venezolanos que hay que desmitificar. Esta es una era de enorme movilidad humana. Actualmente hay diez millones de latinos migrantes que residen en diferentes países como Estados Unidos, Alemania, Rusia”, explica Diego Beltrand director regional de la OIM.
Lo que preocupa a los países del cono sur es que la diáspora desborde sus capacidades. Por ello, los países están ideando diferentes estrategias para encarar este fenómeno.
Reacción regional
Por su proximidad geográfica, Colombia es el país a donde han llegado más venezolanos ya sea para residir, o como destino de paso para viajar a otros países de la región. La cifra de inmigrantes fluctua, pero ya pasa el millón (1'046.708). El arribo ha sido tal que hasta hay municipios del Caribe con más venezolanos que colombianos, reportó El Tiempo.
Esta avalancha humana ha agarrado frío al gobierno del presidente Juan Manuel Santos quien ha dicho que “la emigración se ha convertido en un problema serio”.
Para hacerle frente, varios funcionarios del estado colombiano, asesorados por la ONU, viajaron a Turquía para aprender cómo gestionar el problema de los refugiados, pues este es un país que ha acogido a más de tres millones sirios que escapan del horror de la guerra.
Sin embargo, la situación se está desbordando. Hay serios problemas de salubridad pública. Cientos de venezolanos sin hogar han sido ubicados en refugios asentados en plazas, parques y polideportivos de forma hacinada, sin servicios básicos, convirtiéndose en focos infecciosos.
Por otro lado, la regularización de los inmigrantes aún es lenta pero necesaria. En julio del 2017, Colombia implementó un Permiso Especial de Permanencia (PEP) –el Perú lo hizo primero– que ha sido otorgado a 68.799 inmigrantes.
"Al tener sus papeles en regla podrán trabajar formalmente y pagar sus impuestos como todo ciudadano", explica el sociólogo José Koechlin, que prepara un libro sobre la situación de los venezolanos en Perú.
Argentina, por otro lado, se caracteriza por ser un país de migrantes. "Hay más de cuatro millones y provienen de países de los cinco continentes, la inmigración es parte de nuestro ADN", dice Diego Enríquez, director de Información, análisis y control migratorio.
Actualmente hay 95,000 venezolanos en ese país según la OIM. Dada su experiencia en olas migratorias, Argentina tiene un plan de oportunidades laborales como los proyectos del Plan Belgrano.
"Los ingenieros venezolanos tienen la opción de participar en proyectos de energía en el interior del país. Según un estudio, el ochenta por ciento está dispuesto a trasladarse a otras localidades", dice el funcionario.
Por otro lado, Brasil, donde hay 50.000 venezolanos, tiene un programa de reubicación voluntaria para inmigrantes. En Roraima, ciudad que limita con Venezuela y punto de concentración del éxodo, el Estado da información a los migrantes sobre opciones de trabajo en otras provincias. Además, coordina su traslado a albergues temporales a ciudades más pequeñas donde los gobiernos locales les dan alojamiento, comida y cuidados de salud.
En suma, los gobiernos del cono sur han abierto sus puertas a la ola migratoria sin restricciones y con el rostro más solidario posible. ¿Cuál es el papel de Perú?
Romper mitos
Según el gobierno, es la primera vez que Perú vive una ola migratoria de tal magnitud. "Somos un país de emigrantes más que inmigrantes", explica el superintendente Sevilla. Y es cierto, durante los ochentas, cuando se disparó la inflación, miles de peruanos dejaron el país para buscar un futuro en el extranjero. Hoy hay más de tres millones dispersos en el mundo, según el Instituto Nacional de Estadística.
Para el sociólogo Koechlin, no debemos temer a los inmigrantes. "El peruano no se va quedar sin trabajo", asegura. Desde setiembre del 2017, Perú ha implementado un permiso temporal permanente (PTP) para los migrantes, documento con el que pueden trabajar formalmente: "Se han otorgado un total de 50 mil PTP. Descontando a los menores de edad, hay 42 mil venezolanos que pueden trabajar formalmente. Este número en el universo de la PEA (población económicamente activa), que es de 17 millones de peruanos, no tiene un impacto considerable, representa el 0.25%", agrega el académico.
Lo que perciben los nacionales es que hay un gran número de venezolanos que trabajan en la informalidad, que cobran menos y que los estarían desplazando de sus puestos de trabajo (considerando que en el país, el 75% labora fuera de la ley).
"Eso es tan cierto como cuando la peruana llegaba a Chile a trabajar de nana y desplazaba a la chilena que cobraba más y pedía derechos laborales. El problema no es el migrante sino el empresario o el empleador que busca rentabilizar al máximo pagando menos", agrega Koechlin.
Para ponerle paños tibios a la incertidumbre, el ministro de Relaciones Exteriores, Néstor Popolizio, anunció que se evalua imponer un visado a los inmigrantes del país petrolero.
Se habló también de acordar "cuotas" para que se distribuya de forma equitativa a los venezolanos entre los países de la región, para que Colombia y Perú no carguen con la mayoría. El tablero aún no se define.
La realidad es que muchos venezolanos prefieren despedir a sus familias en el terminal de bus antes que la violencia callejera acabe con ellos. Dejar su país es una cuestión de vida o muerte.
Fuente: MSN.com