Casi dos años después de que un viaje para conocer a la mujer que amaba se transformó en un encarcelamiento en Venezuela, un exhausto pero agradecido residente de Utah regresó el lunes a casa con su esposa.
Josh Holt llegó al aeropuerto de Salt Lake City y fue recibido por una multitud que lo vitoreaba entre lágrimas mientras sostenía letreros color verde, su favorito, con mensajes como “Nunca nos dimos por vencidos”. Su abuela le colocó una bandera estadounidense en la espalda mientras él intercambiaba largos abrazos con una persona tras otra y los presentes entonaban el himno estadounidense.
Holt habló brevemente para agradecerle a todos los que lo ayudaron a él y a su esposa, Thamara Caleno, a salir de la cárcel, e indicó que estaban exhaustos, pues sentían que habían tenido “tal vez cuatro horas de sueño en cuatro días”.
De pie a unos pasos estaban sus padres, quienes festejaban la llegada de su hijo para la que trabajaron incansablemente.
Laurie y Jason Holt fueron despertados el sábado en la madrugada por una llamada telefónica que habían estado esperando ansiosamente durante dos largos años.
Su hijo Josh Holt, ahora de 26 años, voló a Caracas en junio de 2016 para casarse con una correligionaria mormona a la que conoció en internet mientras procuraba mejorar su español. Ambos aguardaban a que Caleno recibiera la visa estadounidense cuando fueron arrestados en el apartamento de la familia de ella en un complejo habitacional del gobierno.
Acto seguido, Holt y su esposa venezolana ingresaron a una cárcel de Caracas junto a algunos de los delincuentes más curtidos del país _y con algunos de los principales opositores del presidente Nicolás Maduro_ bajo cargos de acopio de armas que el gobierno estadounidense consideraba falsos.
Al menos en tres ocasiones, los padres en Salt Lake City habían pasado por esta montaña rusa emocional de creer que su hijo sería liberado, sólo para ver cómo los esfuerzos de mediación se venían abajo en el último momento.
Así que se prepararon para otra decepción después de que un reportero de The Associated Press le informó a la pareja el viernes que el senador Bob Corker, el influyente presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, se había presentado inesperadamente en Caracas para presionar por la libertad de Holt.
Pero después recibieron la llamada telefónica de la oficina del senador republicano Orrin Hatch.
“Nos llamaron a las 4:30 de la madrugada y dijeron que necesitábamos subirnos a un avión. Josh venía a casa”, dijo Laurie Holt, quien recordó cómo tuvieron que empacar y llegar al aeropuerto en 90 minutos. “Fue la primera vez que realmente dijeron: ‘Vayan a D.C., está siendo liberado’”.
Ahora Laurie Holt dijo que está ansiosa por platicar con su hijo. Aunque se dieron un largo abrazo en el aeropuerto el sábado por la noche, señaló que ha tenido muy poco tiempo para hablar con él. Toda la familia fue trasladada apresuradamente a la Casa Blanca para una reunión con el presidente Donald Trump antes de que Josh Holt y su esposa ingresaran a un hospital del gobierno para que les hicieran diversos exámenes médicos.
Laurie Holt dijo que su hijo goza de buena salud, pero perdió peso, sufrió diversos problemas en los bronquios mientras estuvo en prisión y tiene un diente podrido que necesita le examinen. Caleno padece problemas más graves de dolor en un costado del cuerpo.
Expertos en atender a personas que han estado en cautiverio han hablado con la pareja, de forma que puedan empezar a manejar las emociones generadas por su larga y penosa odisea.
“No es el mismo Josh que el que partió”, dijo Laurie Holt. “Aún no le vuelve del todo esa chispa en sus ojos. Ya regresará, sé que lo hará. Sólo tenemos que darle tiempo”.
El comité de bienvenida en Salt Lake City incluyó a la hija de Caleno de una relación previa, Nathalia Carrasco, de 7 años, que ha estado viviendo en la casa de Laurie Holt desde febrero. La otra hija de Caleno, Marian, viajó con la pareja desde Caracas.
Laurie Holt dijo creer que Maduro _temiendo represalias de Estados Unidos_ decidió actuar por fin después de que su hijo apareció en un video tomado clandestinamente en la cárcel la víspera de los comicios presidenciales de este mes, en el cual criticaba al gobierno venezolano y afirmaba que su vida había estado en riesgo durante un motín en la prisión.
Después de que las oficinas de los senadores estadounidenses entraron en comunicación con el gobierno venezolano, “creo que se le ablandó el corazón”, dijo Laurie Holt sobre Maduro.
El mandatario de Venezuela nunca mencionó públicamente el encarcelamiento de Holt, incluso mientras se convertía en un fuerte motivo de fricción en las relaciones bilaterales ya de por sí muy hostiles.
Dijo que también le agradece a Rafael Lacava, un gobernador venezolano cercano a Maduro que dialogó con Corker y acompañó al senador y a Holt de regreso a Washington en un avión perteneciente a PDVSA, la paraestatal petrolera venezolana. En una fotografía tomada en el aeropuerto en Caracas puede verse a Holt de pie junto a Lacava mientras sostiene una camiseta de la selección venezolana de fútbol estampada con el nombre del gobernador.
Trump le llamó a Corker el viernes por la noche a Caracas y habló brevemente con Lacava para expresarle su aprecio por la liberación de Holt, según dos funcionarios estadounidenses al tanto de la llamada, quienes declararon a condición de guardar el anonimato porque carecían de autorización para hablar sobre la conversación.
Finalmente, Laurie Holt le da crédito a Wilmer Ruperti, un magnate naviero con contactos en el gobierno de Venezuela, de ayudar a que su hijo estuviera a salvo en la cárcel. Ruperti voló a Salt Lake City para conocer a su familia y había estado pagándoles a los abogados de Holt. Pero cuando la AP reveló su participación en el caso, fue recibida con escepticismo, porque también había estado financiando la defensa de dos sobrinos de la primera dama venezolana Cilia Flores que fueron declarados culpables de narcotráfico en Nueva York en 2016.
Corker dijo que cuando Lacava viajó a Washington en marzo se habló sobre la posibilidad de que los sobrinos fuesen liberados, así como de algún tipo de alivio a las sanciones contra Venezuela en una época en que Trump amenazaba con aplicar un embargo petrolero a esta nación de la OPEP.
“Se habló sobre todas esas cosas, pero les dijimos que no podían llevarse a cabo”, afirmó Corker en una entrevista el lunes, e insistió en que “no se pidió nada, y nada se dio” a cambio de la libertad de Holt.
Los sobrinos siguen encarcelados.
Corker dijo desconocer hacia dónde se encaminan las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, y declinó comentar sobre un proyecto de ley bipartidista con el que se pretende aislar más al gobierno venezolano y proporcionar asistencia humanitaria al país. Pero el republicano, que este año se jubilará, dijo que es importante que Washington siga denunciando las “muchas, muchas cosas malas” que ha hecho el gobierno de Maduro.
Sin embargo, consideró que aplicar mano dura tiene ciertas limitantes, y que el diálogo con los adversarios, como lo demuestra la disposición del gobierno de Trump para conversar con el líder de Corea del Norte, puede generar beneficios tangibles.
“En mis conversaciones privadas, no podría ser más estridente en mis críticas a la forma en que el gobierno venezolano se ha manejado. He visto en Venezuela personas que hacen fila afuera de las tiendas de comestibles sólo para adquirir papel sanitario", afirmó Corker. “Pero si estamos dialogando con Kim Jong-un, que ejecuta a sus parientes con artillería de alto poder a quemarropa, entonces me parecería que dialogar con Venezuela, mientras mantenemos toda la presión que tenemos, también tendría cierto sentido”.