El ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ingresó la noche del sábado en la sede de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba, donde fue recluido para empezar a cumplir su pena de 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.
Lula llegó a Curitiba en avión procedente de Sao Paulo, donde se entregó a la Policía Federal en cumplimiento del auto de prisión dictado el pasado jueves por el juez Sergio Moro.
Cientos de simpatizantes y detractores, separados por un cordón policial de unos 30 metros de distancia, acompañaron el histórico momento apostados en los alrededores del recinto.
Varias centenas de adversarios de Lula se congregaron desde una horas antes frente al edificio, lanzando fuegos artificiales, haciendo sonar cornetas y silbatos y golpeando cacerolas. Desplegaron una bandera de Brasil gigante, al grito de "¡¡Viva la República de Curitiba, viva Sergio Moro!!", refiriéndose al juez que ordenó su encarcelamiento.
Curitiba es la denominada "capital de Lava Jato", la investigación que sacó a la luz una descomunal red de corrupción encaramada en el aparato estatal.
Del otro lado de un vallado tendido por la policía para la ocasión, había igualmente unos cientos de lulistas.
Lula "fue el mejor presidente de Brasil, hizo una revolución social, su prisión es injusta e ilegal", afirmó Eunice Campos, una psicopedagoga de 60 años.
La Policía Federal tuvo que dispersar con gases lacrimógenos a partidarios de Lula que protestaban en la puerta de la institución en el momento del aterrizaje del helicóptero en el que el ex presidente fue trasladado hasta la prisión.
- Se entregó en el sindicato -
El ex mandatario se entregó a la policía horas antes en medio de tensas escenas protagonizadas por sus simpatizantes, que buscaban impedir que saliera del Sindicato de los Metalúrgicos.
Lula, de 72 años, salió a pie del sindicato ubicado en Sao Bernardo do Campo, en el estado de Sao Paulo, donde estaba atrincherado desde hacía dos días, para subir a un vehículo de la Policía Federal, que partió escoltado por una caravana de otros autos, mostraron imágenes aéreas de TV Globo.
El convoy se dirigió hacia el aeropuerto de Congonhas; desde allí, Lula fue trasladado a Curitiba (sur), a menos de una hora de vuelo, donde llegó más tarde pasar su primera noche en una celda especial de 15 metros cuadrados, con baño privado.
Previamente, unas decenas de simpatizantes de su fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT), le habían impedido salir de la sede del sindicato, dando lugar a tensas escenas.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) se entregó a las autoridades en Sao Paulo 26 horas después de que venciera el plazo dado por el juez Sergio Moro para su ingreso en prisión.
El anuncio de su detención fue recibido con bocinazos en barrios de Sao Paulo y de otras ciudades brasileñas.
- "Cada uno de ustedes será un Lula" -
Lula anunció su intención de entregarse unas horas antes, al final de una misa frente a la sede sindical, en memoria de su esposa fallecida el año pasado.
En su discurso, Lula da Silva expresó su agradecimiento a su predecesora Dilma Rousseff y a otros dirigentes de izquierda. El ex jefe de Estado proclamó su inocencia y acusó al juez Moro de "mentir".
La misa se llevó cabo en un camión de sonido convertido en capilla, frente al Sindicato de Metalúrgicos.
"Voy a cumplir la orden de cárcel (...) y cada uno de ustedes se transformará en un Lula", afirmó el ex mandatario de izquierda (2003-2010), que se proclama inocente, desencadenando un clamor unánime de "¡Soy Lula! ¡Soy Lula!".
"Hace mucho tiempo que soñé que era posible gobernar este país incluyendo a millones de personas pobres en la economía, en las universidades, creando millones de empleos", proclamó, antes de ser sacado en andas del camión de sonido sobre el cual se había improvisado una capilla.
"Ese es el crimen que cometí (...). Y si fuera por ese crimen, de colocar a negros en la universidad, de que los pobres puedan comprar un auto, viajar en avión, seguiré siendo un criminal", arengó desde la cima del camión.
Lula, favorito a las elecciones de octubre, tenía orden de prisión desde el jueves, decretada por el juez Sergio Moro, para empezar a cumplir una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Moro le había ofrecido la posibilidad de presentarse "voluntariamente" en Curitiba antes del viernes a las 05:00 p.m., pero el ex mandatario ignoró ese plazo y prefirió permanecer en su búnker sindical.
- Recursos hasta el final -
Sus abogados multiplicaron hasta último momento las tentativas de evitarle la cárcel, o al menos de que esta sea de corta duración. El viernes, presentaron un nuevo recurso, esta vez ante la corte suprema, alegando que el tribunal de apelación que confirmó y agravó la pena en enero no había examinado las últimas objeciones presentadas al fallo. Horas antes, un tribunal de tercera instancia rechazó una petición similar.
Los defensores de Lula criticaron la celeridad con que Moro emitió la orden de captura, menos de 20 minutos después de haber recibido luz verde del tribunal de apelación.
Pero el magistrado símbolo de la Operación Lava Jato, que desvendó una gigantesca red de sobornos enquistada en el Estado, con implicaciones de prácticamente todos los partidos, descarta esos cuestionamientos.
"(Lula) fue condenado por lavado de dinero y corrupción. Es preciso ejecutar la sentencia. No veo ninguna razón específica para aplazarla", dijo Moro en una entrevista concedida el viernes a la China Global Television Network (CGTN).
La esposa de Lula, Marisa Letícia, falleció en febrero del 2017. Este sábado habría cumplido 68 años. Su nombre figuraba en la causa que llevó a la condena de Lula, como beneficiario de un apartamento en un balneario ofrecido por una constructora a cambio de facilidades para obtener contratos en Petrobras.
Lula siempre negó esos cargos y al despedir a quien fue su compañera durante cuatro décadas y con quien tuvo tres hijos expresó su deseo de que "los criminales que levantaron ligerezas contra Marisa tengan (un día) la humildad de pedir disculpas".
Fuente: El Comercio.pe